Luvia en polvo cae sobre mi ojo izquierdo. Silbidos entre robles. Bocas vírgenes estallan en los patios comunes. Perforadoras delincuentes se sumergen en gaseosos axiomas. Alicatar estrellas a corazones mugrientos. Bulímicos espectros vomitan sobre mi cara. Un empalagoso ejemplo de falsa inteligencia intenta destruir mi juicio y penetrar en mi sesera. De plástico y cereza imagino un tubo negro e infinito. Roto el candente esqueleto, las rodillas escupen esquirlas. Migajas sin volumen. Recuperar 345 días bajo lunas verdes. Arrancar del pecho el manual del perfecto necio y pulverizarlo. Bandidos tambores inclinan las nubes. Feroces piojos llegan hasta el cenit sin esfuerzo. Sin más distancia que recorrer, me siento en la arena.