Garabatos en la dulce oscuridad. Semillas almidonadas trasnforman la realidad conocida en un sueño. Comienza un baile de sensaciones. Una divisón. Un ensayo coordinado de sensaciones. La modesta elegancia llega desde del lejano mundo del ayer. Un espíritu humano cercado por la multitud de cosas que debe aprender.
Volver a nacer. Deborar el tiempo. Agitar la creciente vida que no conocemos bajo las falsas excusas que siempre nos han impuesto. Naturaleza simbólica. Percibir la realidad más allá de los símbolos, más allá de lo inefable y lo absoluto. La resaca de la muerte. Comienza el período de adaptación. Ante sus ojos, un mundo de experincias sensoriales. Lo invisible forma imágenes sensibles. Fotografías color sepia dan paso a lo tangible de su opaca consciencia. Dolor y mugre. Sufrimiento más allá del plano externo. Visiones que se le escapan como rayos en el horizonte.
Brotar bajo un drama espiritual. Dos nombres y una misma persona. Explota la transformación interna. Bajo las tenues estrellas, la aurora sigilosa se acerca y miles de caminates nocturnos de algún lugar de mundos intermedios esperan ansiosos la llegada de una bandada de seres grises y plateados que surcan lentamente los cielos.
Un soplo de tiempo recorre los ojos caídos e indolentes. Lo recorre como si fuese el denso humo de un cigarro. Un ser subterráneo, como un torrente invisible a los ojos de los que no se atreven a posar los oídos en el suelo para sentir unas leves vibraciones. En el crepúsculo de su yo interior oculta diferentes universos hechos de las percepciones, sensaciones y visiones. Las lentes anamórficas de sus ojos conjuran objetos antropomorfos, realidades simbólicas. Paisajes de equilibrio. En los bordes su corta vida hay anotadas pesadillas y felicidad. Todos estos elementos se combinan en su alma para salir y tomar la forma definitiva. No hay reglas, no hay racionalidad, no hay prototipos. Nacimiento y muerte, dolor y alegría, cielo y tierra, carne y espíritu, la pasión y la frustración, lágrimas y sonrisas, los sueños y la vigilia. Normalidad y rareza, oscuridad y luz… Dualismos eternos que se suceden. Almas inquietas que habitan en la mente.
En Haibane Renmei se nos presenta una nueva realidad. Un mundo direferente pero muy parecido al que habitamos. Yoshitose Abe nos cuenta una historia que bien podría ser un compendio de aquellas preguntas que siempre nos hemos hecho a lo largo de siglos y para las que seguimos buscando respuesta. Probablemente Abe, vaya más allá de estas preguntas, planteándose una mucho mayor y si cabe más compleja: ¿Que ocurre cuando se terminada la vida más allá de la vida? Con total certeza esta cuestión no sabremos descifrarla pero el simple hecho de que nos la planteemos es ya de por si un reto que evidentemente el autor de este anime nos ha puesto.