Zigurat. Zumbidos eléctricos. Se escuchan voces sin brillo. Frío silencio. Villano de nariz aguileña sonríe al caer el Sol. Densas nebulosas corroen mil recovecos de la ciudad. Fingiendo ser un espectro. Sibilino. Tomarse ante lo inevitable. Gotas en el aire arrancan golpes. La lluvia inunda zapatos. Oír el crujir de lo pies. Rostro febril. El mercurio roza su piel.

Dibuja telarañas en la arena. Desde los balcones se pueden ver palabras que decoran los papeles. Advertencias de color amarillo. Grita: ¡ven a mi!. Si alguna vez brillaste dentro de tu fluorescencia renegarás de tu piel, dibujarás crucifijos de neón. Recordando su paso por la inocencia. Obligada a mirar más allá del mar, más allá del los confines del aviador. Nadadora de pantanos. Arquitecta de veranos perdidos. Al otro lado, el vigía desde el la torre más alta se pierde para siempre entre canciones gospel y mentiras que golpean el corazón