Espejismos circulares ciegan una mirada. Dibujar entre mares de ansiedad. Tocar el agua ingrávida en un remoto cielo de aniquiladoras tormentas. Un viaje íntimo hacia luchas que no entendemos. Espumosa y granulada, viscosa realidad. Recuerdos de principiante. Dorados y naranjas dudan de su integridad. Los caminantes huelen magnolias.

Un lenguaje sin palabras. La lluvia, la arena. Los ojos cerrados. Ver sombras de sombras en sótanos oscuros. Derribando casas de pequeños pueblos. Evitando el tiempo. Bajar colinas y deslizarse por naranjas-melocotón. Moverse a través de las aguas, a través de cielos grises.

Abrir extrañas fronteras. Conducir por corazones congelados. Perder el contacto con las puestas de Sol. Tarjetas postales. Demonios apilados en las escaleras de mi casa. Flotar. Equilibrios imposibles. Caminar. Cambiar. Inclinarse hacia atrás.

Una muerte intergaláctica. La rotación del “yo” da paso a la duda del “mi”. Si mañana llueve, las luces te buscarán. Quiere dormir en la noche interior. Valiente, corre entre cartas de despedida. Madera y poca luz. Múltiples ceros. La obsesión del insomne lejos del sintético amor. Más allá de la brecha galáctica. Ha llegado Junio.